sábado, 22 de julio de 2017

Parálisis del sueño

Creía que tenía el sueño liviano hasta que despertó. El mundo adquirió entonces el olor del aceite de oliva y en sus piernas, que ya no eran dos, sintió un temblor de truenos. Comprendió así que universo era equivalente a inconsciente. Todo lo real era nada. Y todo lo conocible, parcialmente conocible. A oscuras abrió el cajón de la mesita y agarró una libreta. Prendió el velador y la luz blanca estalló en infinitos pedazos. Vio escapar por la ventana a su sombra, que antes le hizo fuck you. Todo el cuerpo le empezó a picar y transpirado volvió a despertar percibiendo que no sería la última, pero sin estar demasiado seguro. Así, quizá, por siempre.